jueves, 11 de septiembre de 2008

Tengo mucho que escribir. Todavía no terminé de escribir una crítica a la muerte de la ideología en la Argentina, cuando leo Caras Y Caretas y necesito escribir acerca del periodismo informado (por un precio).

El valor de la información es un tema recurrente, el valor tanto comercial como la valoración que ya no tiene. O que se encuentra poco. Me indicaron sin darse cuenta que también hace falta difusión de los avances de la ciencia, y quisiera dedicarme a eso, a la difusión de los temas que no la tienen, de los que quedan olvidados por la urgencia del momento, la urgencia de las cortinas de humo, la urgencia de la anestesia a la capacidad de opinión y crítica.

Y surge otro tema del cual escribir: la anestesia. Cuánta información sin contenido real y puro sensacionalismo recibimos todo el tiempo, y el único propósito es sencillamente lograr que nuestros cerebros reciban la emoción extrema, se entretenga nuestra necesidad de novedad con eso, y el cerebro se muera de vacío. Como si fuera un chicle, la sed de sabor se sacia, pero el hambre queda. Como la gente pobre que toma mate para llenar el estómago. El hambre queda.

Y así tambien me doy cuenta de lo vacuo y ambicioso de mi idea: informar acerca de aquello que no veo que se informe, que quizá sólo a mí me interese, que quizá sea sólo una novedad más sin implicancia real, y que además me tomaría un tiempo invaluable (como si hiciera algo importante de mi vida en ese tiempo), tiempo que no tengo (porque no me organizo bien, porque tengo miedo de ocupar mi tiempo como una obsesa) en revisar toda la información pertinente a todos los temas que me interesan (política, ciencias, educación, letras), filtrar lo importante de esa información, encontrar las novedades reales, diferenciarlas de las novedades inventadas y a su vez, tomar la información back-ground, la información pertinente que hace al detallismo del tema. ... Una tarea hercúlea si la hay, si bien otra gente vive justamente de eso...


Todo el tema es el miedo. Miedo al éxito, me han dicho, miedo a tomar cartas en el asunto de la vida, miedo al esfuerzo y al trabajo. Miedo a ser valuada por lo que realmente doy. Miedo de dar demasiado de mí y ser valuada por ello. No sabría decir.

Por lo pronto, es vagancia. Es demasiado para hacer y me da fiaca.

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