lunes, 8 de septiembre de 2008

07/09/08

El comercio de la fe. De la falta de fe. De la necesidad de conectarse, de conectar, con algo, con lo que sea… o quizá no.

Quizá una autosolventación a través de dar lo que otros necesitan…

O quizá ambas. Todos juntos en el Jardín Japonés.

Fui hoy a una exposición de medicinas alternativas o cosas así. No entendí bien el nombre de la exposición. Nos llevó una amiga porque su profesora de yoga tenía un puesto. Vende un té de canela, jengibre, pimienta, cardamomo y clavo de olor que es muy revitalizante. Es genial ese té. La mina también me pintó genial... con el aspecto de madre que sabe más de vos que vos misma. Al lado, un puesto de mandalas se robaba mi atención junto con las distintas melodías que sonaban. Una carpa expositoria muy energética, donde a cada paso me invadían cosas que no eran mías, los péndulos, atrapa sueños que atrapaban, cuencos tibetanos, por todos lados sonidos, olores, y colores que me atrapaban y tiraban para un lado, para el otro... ya en una segunda carpa, menos cargada energéticamente, me tuve que ir. Tuve que salir corriendo porque entre el mar de gente (ultimamente no tolero las multitudes, cuando todos tratan de ocupar el espacio del que tiene al lado, o enfrente, y nadie puede dar un paso sin empujar a otro) y el mar de energías ... me sentí mareada. Iba a ser salir o perderme.

Pero la pasé bien. Además del tirón multiple… hubo cosas muy buenas. Me di cuenta que a Vico la están llamando también. Para trascender. Para ir más alto, más alto, y ser sí misma en todo lo que tiene que ser.

Descubrí que Max puede bailar, que puede dejarse echar a fluir con la melodía, en la melodía y ser la melodía. Me gusto ver como entraba en contacto consigo mismo a través de la danza y la música. Me gustó sentir juntos el llamado de los péndulos.

Me permití un masaje, que necesitaba hace tanto tiempo. Fue un masaje shiatsu, y si bien no me sacó la contractura, sacó otras cosas. Pude sentir la luz azul de la relajación, esta vez sin el tirón pulsante de ese no se qué que me pesca como un anzuelo. Era un circulo azul a la altura de mi frente, y comenzaba a irradiar verde y azul alternadamente. Eventualmente, el azul se fue en violeta... y hacia el final de todo una luz roja. xD La luz roja decía que ya había terminado, pero no entendí muy bien.

Me di cuenta de … y ya no recuerdo que era. Algo que sucedió en el medio. Que no sé que es, pero me sentí mejor despues. La mina que me hacía masajes, que intentó hacerme resonar un cuenco y la resonancia fue mucha, muy fuerte... mis musculos se contrayeron... y me sugirió hacerme ver por un doctor, homeópata holístico ... tengo que llamarla para que me dé el número de este médico... y quiero ver qué precio... Si puede con todo como dijo ella, adelante.

Después, biodanza. Me dí cuenta que tanto bien me había hecho el shiatsu que pude correr con mis tacos aguja bien rápido y con todo mi equilibrio.

Biodanza, es lo que hago yo cuando bailo. Solo que cuando voy a bailar, hago que la música pase a través de mí. Esta vez, la consigna era dejarse a uno mismo pasar a través de sí. Con ayuda de la música. La consigna fue relacionarse con uno, con los otros, a través de la música.

Hubo de todo. Gente que escondía la mirada, gente que bailaba lo que socialmente aprendió. Gente que bailaba como si el mundo no tuviese ni principio ni fin y todo se desenvolviera a través del movimiento. Esa fue una chica que tenía todo el ritmo en la sangre, y todo el sol en la sonrisa.

Hubo contacto con gente, y volví a relacionar esa falta de contacto con la ternura como tal. Es sólo ternura, y no me entero que es hasta ahí. Que no va más allá. El ejercicio fueron diez manos, cinco personas. Las caricias (en las manos, obviamente) fueron hermosas. Una señora, un señor y nosotros tres. Los dedos se entremezclaban, al punto de no reconocer ni principio ni fin de la piel, de las pieles... y todo maravillosamente dulce. Más adelante, en el viaje de vuelta me di cuenta que eso es la ternura. No tiene que ver con lo infantil, si no con lo dulce. Y lo dulce no necesariamente tiene que ver con lo sexual. Lo sensual a veces es solo sensorial, no sexual. Y es dulce. Y es sólo eso.

Me cuesta.

Pero disfruté mucho.

Gracias por los colores.

PD: Me doy cuenta que no dije nada de la relación entre la tensión de mi mandíbula con la ausencia de mi madre, el tener que hacer todo por mí misma. No dije nada de los abrazos en la biodanza, del abrazo intenso y extenso y repetido en tres de una señora que se sentía como una madre. No dije nada, porque la hecho en falta. Y le dedico todo esto. Porque ella sí sabía de la ternura y lo sensual alejado de lo sexual. Gracias por estar, aún ausente, mamá.

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