domingo, 20 de julio de 2008

Vicios

Me gustan los absolutos. Me tranquilizan. Me siento cómoda en lo inamovible. Olvido que los absolutos son subjetivos, por ende, falibles... por ende la caída puede ser trágica... Otro absoluto.
Me olvido que hay otros absolutos, mejor dicho, otro absoluto, el verdaderamente inamovible. El "ES".
Sí, el "ES" me tranquiliza, pero en seguida busco el cambio. ¿Busco lo inamovible para romperlo? ¿Qué es esa necesidad de romper? Retumba un ES y me desarma. Baja las armas, niña cansada... no hay enemigo.

Me gustan los absolutos, los extremos. Me tranquilizan. Porque el extremo no me confunde. Pero entonces, la oposición de los extremos tira de mí. Me lastima. Pero es un dolor qeu aprendí a amar hace tanto tiempo... No, no es amor. Es dependencia. Me tranquiliza sólo porque lo conozco.
Aprendí a temer el medio, la normalidad, lo neutro... Como que si no es hasta el extremo no vale la pena, y por tanto, no es.
Por eso me gustan los absolutos.
Me dijeron que todos tenemos vicios, dependencias, adicciones. Las mías son las peores, las que no se ven. Soy adicta a los absolutos. Debo reconocerlo, admitirlo... y dejarlo.

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