Duendes, intrusos. Mágicos bufones de otros planos. Vienen con sus enormes sonrisas pintadas y sus colores llenos de telas gastadas a mostrarnos, con armonías disonantes, con ritmos rimbombantes cómo somos, quienes somos y porqué nos metimos en este lío para empezar.
Cantan a la vida, de la vida y por la vida. Su magia es canto y contoneo, sacudidas voraces de conciencia, ritmos que buscan despertar la chispa de la lucha, de la vida, de la magia, la emoción de ser vivo y estar lleno de fuego.
No puedo cantar hoy. Mis letras fluyen tan vivas que son un mero resquicio, un rescoldo del fuego que quemó hoy un tablado, para que todos renazcamos de las cenizas con sueños nuevos, con sueños vivos.
Hoy fue mi primera murga.
No la murga argentina, de colores y tambores y risueños saltimbanquis. La murga uruguaya, de canciones, de colores y tambores y un DESPIERTEN! tan grande, pero tan grande.
Apenas entonaron sus voces mi mente cambió de lugar otra vez. Como tantas veces. Eran los duendes de Shakespeare para mí. Los dueños de las voces. Los sueños de las almas. Y cuando pude por fin sacudirme el ensueño, esas voces cantaban verdades, realidades. Nos ponían a modo de chanza las verdades bajo las narices. Como las trovas antiguas. Como el teatro griego. Como las compañías medievales de teatro. Llevando un mensaje entre sus vestuarios coloridos, llevando una verdad cruda detrás de su sonrisa maaquillada. Y con muchas voces. Y con muchos tonos. Y con mucha vida, para que veamos que el mensaje de la realidad cruda es para que cambiemos, para que veamos que se puede cambiar, que se debe cambiar. Que es sólo el rebatir del redoblante, que al latir de cada día hay que ponerle platillos...
Y antes que mi red se desconecte de nuevo, lo publico. Quizá despues siga comentando. Pero sépanlo. Eso es lo que quiero hacer de mi vida. No murga, si no trova... ser chispa y encender el fuego.
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